La fiesta de San Antonio María Claret, un santo español cuya vida y obra dejaron una profunda huella en el mundo hispano y, especialmente, en Cuba, se celebra cada 24 de octubre. Su legado perdura a través de la Congregación de los Misioneros Hijos del Inmaculado Corazón de María, conocidos como claretianos, que están presentes hoy en gran parte de América Latina. 

Nació en Sallent, España, en 1807. Fue un sacerdote apasionado por la evangelización, que combinó su intensa vida espiritual con un extraordinario compromiso social y educativo.  

En 1849 fundó la Congregación de los Misioneros Claretianos, dedicada a difundir el Evangelio por todo el mundo, especialmente entre los más pobres. 

Poco después, fue nombrado arzobispo de Santiago de Cuba, cargo que desempeñó con gran celo pastoral. En una época de fuertes tensiones sociales y morales, Claret impulsó la renovación de la Iglesia en la isla, fundó escuelas, promovió bibliotecas populares y luchó contra la esclavitud. Su labor transformó la vida religiosa y cultural del pueblo cubano. 

San Antonio María Claret representa el espíritu del misionero moderno, comprometido con la fe, la justicia y la educación. Su ejemplo inspira a sacerdotes, religiosos y laicos de todo el mundo. La Iglesia lo reconoce como un modelo de evangelización activa que combina la oración, el trabajo pastoral y la acción social. 

Fue canonizado por el papa Pío XII en 1950 y su festividad litúrgica se celebra cada 24 de octubre. En Cuba, además, es considerado patrono de la catequesis, símbolo de una fe viva que busca formar y educar en los valores cristianos. 

Significado para Cuba y América Latina 

Para el pueblo cubano, San Antonio María Claret no es solo un arzobispo del pasado, sino una figura profundamente arraigada en su historia religiosa. En Santiago de Cuba, su nombre está vinculado con obras de caridad, educación y renovación espiritual. 

La arquidiócesis ha dedicado años especiales a su memoria, en los que se han destacado su mensaje de esperanza, reconciliación y compromiso cristiano. La Conferencia Episcopal lo declaró patrono de la catequesis, en reconocimiento a su incansable labor pastoral y educativa durante su tiempo como arzobispo, al promover la enseñanza de la doctrina cristiana, la formación de catequistas y la educación integral del pueblo. Su figura continúa inspirando a comunidades enteras para vivir la fe con alegría y servicio. 

Fue uno de los santos que más usó los medios impresos para la evangelización. Fundó imprentas y publicó miles de ejemplares de libros y folletos religiosos. Por esta razón, se le considera patrono y ejemplo de los comunicadores católicos, especialmente de aquellos que utilizan los medios de comunicación para anunciar el Evangelio. 

La devoción a San Antonio María Claret se extiende por numerosos países de América Latina gracias a la labor de los claretianos, presentes en México, Venezuela, República Dominicana, Colombia, Chile, Argentina, Perú y Brasil. 

En cada uno de estos países hay parroquias, colegios y comunidades religiosas que llevan su nombre y celebran su festividad con misas, procesiones, actividades educativas y acciones solidarias. Aunque la magnitud de la celebración varía de un país a otro, su mensaje de misión, fe y entrega sigue vigente en todo el continente. 

Un corazón misionero para nuestros tiempos 

San Antonio María Claret nos invita hoy a renovar nuestro compromiso con la misión de la Iglesia. Su vida nos recuerda que todos los cristianos estamos llamados a ser testigos del amor de Dios, especialmente en medio de las dificultades del mundo actual. Siguiendo su ejemplo, podemos repetir sus propias palabras: “El amor de Cristo me urge”.