
Pastor mundial: De palabra y obra, el Papa predicó la misericordia y la solidaridad
By: Our Sunday Visitor
El cardenal estadounidense Kevin J. Farrell, camarlengo de la Santa Iglesia Romana, anunció que el Papa Francisco había fallecido a las 7:35 de la mañana

CIUDAD DEL VATICANO (CNS) — El Papa Francisco, quien falleció el 21 de abril a la edad de 88 años, energizó a millones de católicos — y causó preocupación para algunos — al transformar la imagen del pontificado en un ministerio pastoral basado en encuentros personales y fuertes convicciones sobre la pobreza, la misión y el diálogo.
El cardenal estadounidense Kevin J. Farrell, camarlengo de la Santa Iglesia Romana, anunció que el Papa Francisco había fallecido a las 7:35 de la mañana.
“Toda su vida estuvo dedicada al servicio del Señor y de Su Iglesia”, dijo el cardenal Farrell en un anuncio en vídeo emitido desde la capilla de la Domus Sanctae Marthae, donde vivía el Papa Francisco.
Los gestos del primer Papa procedente de Latinoamérica — desde abrazar tiernamente a los enfermos hasta visitar repetidamente a los presos — llegaron a millones de corazones. Pero sus denuncias de los excesos de un capitalismo salvaje, sus advertencias sobre la contribución humana al cambio climático y su insistencia en acompañar, no juzgar, a las personas homosexuales suscitaron polémicas.
Sufriendo de bronquitis y dificultad para respirar, el Papa Francisco ingresó en el hospital Gemelli de Roma el 14 de febrero. Se le diagnosticó una neumonía doble y una infección compleja. Había regresado al Vaticano el 23 de marzo para continuar su convalecencia.
La misericordia de Dios fue un tema constante en la predicación del Papa Francisco y fue tan central en su visión de lo que debe encarnar el ministerio de la Iglesia que proclamó un Año Santo extraordinario de la Misericordia del 8 de diciembre de 2015 al 20 de noviembre de 2016.
Elegido el 13 de marzo de 2013, el Papa Francisco fue el primer Papa de la historia procedente del hemisferio sur, el primer no europeo en ser elegido en casi 1.300 años y el primer jesuita en ser sucesor de San Pedro.
En los primeros tres años de su pontificado, publicó tres documentos importantes: “Evangelii Gaudium” (“La Alegría del Evangelio”), una visión detallada del programa de su papado y su visión de la Iglesia — en particular, la extensión de la Iglesia y su respuesta a los desafíos planteados por la cultura secular –; “Laudato Si'” (“Alabado Seas: Sobre el cuidado de la casa común”, sobre el medio ambiente; y “Amoris Laetitia” (“La alegría del amor”), sus reflexiones sobre los debates de los sínodos de obispos sobre la familia en 2014 y 2015.
La santidad fue el tema de su exhortación apostólica de marzo de 2018, “Gaudete et Exsultate” (“Alegraos y regocijaos”), en la que insistió en que ser santo no es aburrido ni imposible, y que crece a través de pequeños gestos cotidianos y actos de amorosa bondad.
Siguiendo los pasos de sus predecesores, el Papa Francisco fue una voz incansable en favor de la paz, instando a poner fin a los conflictos armados, apoyando el diálogo y fomentando la reconciliación. El Papa calificó de “locura” la invasión rusa de Ucrania y pidió a los obispos del mundo que se unieran a él para consagrar Ucrania y Rusia al Inmaculado Corazón de María. Cuando militantes de Hamás atacaron comunidades en Israel, matando a decenas de personas y tomando a más de 200 como rehenes a finales de 2023, e Israel tomó represalias atacando Gaza, el Papa Francisco hizo repetidos llamamientos para que se devolvieran los rehenes, se declarara un alto el fuego para entregar ayuda humanitaria y se estableciera un compromiso real con una paz negociada.
Promoviendo la paz, la solidaridad y el respeto por la Tierra, el Papa insistió en que las personas necesitan reconocerse como hermanos y hermanas y publicó una encíclica al respecto, “Fratelli Tutti, sobre la fraternidad y la amistad social”. Firmó el texto ante la tumba de San Francisco de Asís el día de su fiesta, el 4 de octubre de 2020.
El Papa Francisco pasó gran parte de los primeros nueve años de su pontificado persiguiendo dos ambiciosos proyectos: revitalizar los esfuerzos evangelizadores de la Iglesia — constantemente instando a un encuentro con los demás en lugar de una preocupación por los asuntos internos de la Iglesia — y la reforma de la administración central del Vaticano, haciendo hincapié en su papel de ayudar a los obispos de todo el mundo en lugar de dictarles la política.
El 19 de marzo de 2022, noveno aniversario de la inauguración de su papado, promulgó finalmente el “Praedicate Evangelium” (“Predicad el Evangelio”), su reestructuración completa de la Curia romana, destacando su misión de servir a los esfuerzos de evangelización de la Iglesia a todos los niveles.
Su estilo de vida sencillo, que incluía su decisión de no vivir en el Palacio Apostólico y su elección de desplazarse por Roma en un pequeño Fiat o Ford en lugar de un Mercedes, envió un mensaje de austeridad a los funcionarios vaticanos y al clero de toda la Iglesia. El Santo Padre reforzó el mensaje con frecuentes advertencias sobre las exigencias evangélicas y el testimonio evangélico de pobreza y sencillez.
Aunque dijo en repetidas ocasiones que no le gustaba viajar, realizó 47 viajes al extranjero, llevando su mensaje de alegría evangélica a América del Norte y del Sur, Europa, África y Asia.
Jorge Mario Bergoglio nació en Buenos Aires, capital de Argentina, el 17 de diciembre de 1936. Obtuvo el título de técnico químico en la secundaria y entró en el noviciado de los jesuitas en marzo de 1958. Tras estudiar Filosofía y Letras en Santiago de Chile, regresó a Argentina y se licenció en Filosofía en el Colegio San José de San Miguel.
Fue ordenado sacerdote el 13 de diciembre de 1969, y tras su profesión perpetua como jesuita en 1973, fue nombrado maestro de novicios en el Seminario de Villa Barilari en San Miguel. Más tarde, ese mismo año, fue nombrado superior de la provincia jesuita de Argentina, un cargo en el que, según su propio relato, demostró ser una figura divisiva por su “manera autoritaria y rápida de tomar decisiones”.
En mayo de 1992, el padre Bergoglio fue nombrado obispo auxiliar de la Arquidiócesis de Buenos Aires. Cinco años después fue nombrado arzobispo coadjutor y en 1998 arzobispo de Buenos Aires; el Papa Juan Pablo II le nombró miembro del Colegio Cardenalicio en 2001.
Como líder de una arquidiócesis con más de 2,5 millones de católicos, el cardenal Bergoglio se esforzó por estar cerca de la gente. Viajaba en autobús, visitaba a los pobres, vivía en un apartamento sencillo y se preparaba su propia comida.
Su reputación internacional se vio reforzada por su trabajo en la asamblea de 2007 del Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM) y, en particular, por su papel como jefe del comité que redactó el documento final de la reunión sobre la reforma y la revitalización de los esfuerzos evangelizadores de la Iglesia en el continente.
El cardenal Bergoglio era una figura conocida y respetada en el Colegio Cardenalicio, hasta el punto de que nadie puso en duda la noticia publicada por una prestigiosa revista italiana de que había obtenido el segundo mayor número de votos en las cuatro votaciones del cónclave de 2005 en el que se eligió al Papa Benedicto XVI.
Ocho años después, el Papa Benedicto se retiró. En las reuniones de cardenales previas al cónclave de 2013 para elegir a su sucesor, la necesidad de reformar la burocracia vaticana fue un tema común de preocupación.
En su discurso, el cardenal Bergoglio advirtió contra “la autorreferencialidad y una suerte de narcisismo teológico” en la Iglesia y argumentó que el próximo Papa debía ser “un hombre que, desde la contemplación de Jesucristo y desde la adoración a Jesucristo ayude a la Iglesia a salir de sí hacia las periferias existenciales” para difundir el Evangelio.
Su elección, el 13 de marzo, se produjo el segundo día del cónclave, en su quinta votación. Eligió el nombre de Francisco en honor a San Francisco de Asís, “el hombre de la pobreza, el hombre de la paz, el hombre que ama y protege la creación”, dijo.
“Salgan” fue la petición constante del Papa Francisco a todos los católicos, desde los cardenales de la Curia hasta la gente de los bancos en las iglesias. Más de una vez, dijo a los fieles que mientras la Biblia presenta a Jesús llamando a la puerta del corazón de la gente para entrar, hoy Jesús llama a las puertas de las iglesias parroquiales intentando salir y estar entre la gente.
Sin embargo, fue criticado por lo que muchos consideraron una falta de coherencia a la hora de abordar con firmeza la crisis de los abusos sexuales por parte del clero, especialmente en lo que se refiere a responsabilizar a los obispos de la gestión de las denuncias y a destituir a los sacerdotes acusados de abusos de forma creíble.
Y aunque su pontificado supuso un gran avance en los intentos del Vaticano de llegar a un acuerdo con el gobierno comunista de China sobre el nombramiento de obispos católicos, un acuerdo provisional firmado en septiembre de 2018, y renovado en 2020, 2022 y 2024, fue denunciado por los críticos como una traición a los católicos que arriesgaron sus vidas por negarse a cualquier cooperación con los comunistas.
Al igual que sus predecesores, el Papa Francisco fue un firme defensor del carácter sagrado de la vida humana. En un encuentro con médicos católicos en noviembre de 2014, por ejemplo, insistió en que “a la luz de la fe y de la recta razón, la vida humana es siempre sagrada y siempre ‘de calidad’. No existe una vida humana más sagrada que otra” ni “una vida humana cualitativamente más significativa que otra”.
Para el Papa Francisco, ayudar a los indefensos también significa prestar especial atención a los prisioneros, a las víctimas de la guerra y, en particular, a los cristianos y otras minorías religiosas perseguidas por su fe.
Cuando las fuerzas del Estado Islámico y otros grupos terroristas comenzaron a atacar específicamente a los cristianos y otras minorías religiosas en Siria e Irak, y más tarde en el norte de África, el Papa Francisco exigió a la comunidad internacional que actuara.
Citó con frecuencia cifras según las cuales el número de mártires cristianos es hoy mayor que en los primeros siglos del cristianismo, e insistió en que la comunidad internacional no puede “mirar hacia otro lado”.