
Padres: una misión de amor y testimonio
By: Our Sunday Visitor
Un hermoso ejemplo es el de San Luis Martin, padre de Santa Teresita del Niño Jesús

Ser padre inmigrante nunca ha sido fácil, y menos aún cuando uno ha tenido que dejar su tierra natal, su cultura, su idioma, para buscar un futuro mejor para su familia.
Los hombres inmigrantes enfrentamos desafíos únicos: largas jornadas laborales, el peso de la responsabilidad económica, la nostalgia por lo que dejamos atrás, y la dificultad de adaptarnos a una cultura distinta. En medio de todos esos desafíos, también tenemos el privilegio y la responsabilidad de ser padres.
Especialmente para los que somos creyentes, se nos confía algo aún más grande: ser guías espirituales de nuestros hijos. Proveer de techo y comida para su familia es importante, pero también el dar amor, estar presente y ser un ejemplo de fe.
Un hermoso ejemplo es el de San Luis Martin, padre de Santa Teresita del Niño Jesús. San Luis Martin no solo fue un hombre trabajador y honrado, sino un padre profundamente piadoso. Junto a su esposa, Santa Celia Guérin (quien también fue canonizada), criaron a sus hijas en un ambiente de amor, oración y confianza en Dios.
Luis tenía el hábito de asistir a Misa diaria, rezar con sus hijas y leerles las vidas de los santos. Cuando su esposa falleció, él se dedicó aún más a guiar espiritualmente a sus hijas, especialmente a la pequeña Teresa, a quien llamaba con cariño “mi reinita”.
Fue gracias a ese testimonio de fe, ternura y entrega de su padre, que Santa Teresita creció con un profundo deseo de entregarse a Dios. En su autobiografía, “Historia de un alma”, ella habla con ternura y admiración de su papá, diciendo que su ejemplo fue clave para su vocación. De hecho, cuando entró al convento, lo hizo con la bendición emocionada de su padre, quien la acompañó con orgullo, aunque con el dolor de separarse de su “reina”. San Luis Martin nos recuerda que un padre santo no solo cuida del bienestar material de sus hijos, sino que los guía con amor y fe hacia el cielo.
Lo que nos dice la Iglesia
La Iglesia Católica en el catecismo, también nos ofrece orientación clara sobre la misión de los padres. En el Catecismo de la Iglesia Católica, se nos enseña que “Los padres son los primeros responsables de la educación de sus hijos” (CIC 2223), y que deben crear un hogar donde reine el amor, la fe, el perdón, el respeto y el servicio mutuo.
En “Amoris Laetitia”, una exhortación apostólica del Papa Francisco, se nos recuerda que “el amor siempre da vida” (AL 165), y que los padres estamos llamados a formar no solo hijos obedientes, sino personas capaces de amar, servir y ser felices. Esta tarea no se limita a lo material; implica educar con el ejemplo, con paciencia, y sobre todo, con fe. También el cuarto mandamiento nos dice honra a tu padre y a tu madre.
Un testimonio de reconciliación y fe
Quisiera compartir también un testimonio personal. A los 13 años tuve que dejar mi casa porque mi padre tenía problemas con el alcohol y en momentos se tornaba violento. Fue una etapa dolorosa y confusa para mí.
En un momento de conflicto le había faltado el respeto tratando de defender a mi Mamá, y para evitar llegar a una peor situación, tomé la decisión de irme a vivir con mi abuelita materna.
Recuerdo que a los 13 años me hice la promesa de que cuando tuviera mi propia familia, mis hijos nunca me verían borracho. Gracias a Dios he podido cumplir hasta hoy aquella promesa.
Pasaron los años y mi papá se vino a los Estados Unidos para cambiar de ambiente y trabajar, después le siguió mi familia y yo al final. Con los años, se acercó a la Iglesia, fue a un retiro, y mi papá vivió una conversión.
Se acercó a Dios, cambió sus hábitos, y pudimos reconciliarnos.
Hoy, él está en una etapa avanzada de su vida, tuvo varias crisis de salud y terminó viviendo en un centro de rehabilitación. Ahora soy yo quien lo visita tres veces por semana. Le llevo una salteña boliviana, su comida favorita, conversamos un poco y terminamos con una oración.
Esa reconciliación ha sido un regalo de Dios, que me ha permitido sanar heridas, perdonar y redescubrir el mandamiento de honrar a padre y madre, incluso cuando no han sido perfectos.
Recuerdo que por muchos años no sentía nada por él. Dios ha sanado mi corazón y permitirme perdonar, olvidar y comenzar a sentir amor por mi padre a pesar de no haberme dado una buena niñez.
Algunos consejos
Ser un buen padre no significa ser perfecto, sino estar presente. Aquí algunos consejos prácticos que he aprendido en mi vida: dedica tiempo a tus hijos, aunque estés cansado; habla con ellos, escúchalos, pregúntales cómo están, qué sueñan, qué temen.
Establece límites, pero hazlo con amor, no con gritos ni castigos desmedidos. Acompáñalos a misa, ora con ellos antes de dormir, y enséñales a amar a Dios con tu ejemplo. El mejor legado que puedes dejarles no es el dinero ni una casa, sino la fe, el amor incondicional y el testimonio de un hombre de fe que lucha cada día por ser mejor.
A todos los padres inmigrantes que luchan en silencio, que trabajan duro, que oran por sus hijos y que tal vez llevan cicatrices del pasado, les digo: no están solos. Dios camina con ustedes. Sean valientes, humildes y constantes. Cada acto de amor, cada perdón, cada oración con sus hijos, tiene un valor eterno.
Como dijo el Papa Francisco: “Los padres están llamados a ser custodios de la vida de sus hijos, de su crecimiento humano y espiritual”. No hay tarea más noble.
Que Dios les fortalezca y les bendiga en su hermosa misión de ser padres. ¡Feliz día del Padre!
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Silvio Cuéllar es un escritor, compositor de música litúrgica y periodista. Fue coordinador de la oficina del Ministerio Hispano y editor del periódico El Católico de Rhode Island en la Diócesis de Providence.