Análisis: El Papa León pasa el año 2025 navegando con firmeza por las aguas de la Iglesia y del mundo

| 12/30/2025

By: OSV News

A un año de su papado, el Papa León XIV ha equilibrado la tradición con su propio enfoque auténtico

El Papa León XIV saluda a los visitantes en la Plaza de San Pedro, en el Vaticano, mientras se reúnen para rezar el Ángelus en la fiesta de la Sagrada Familia, el 28 de diciembre de 2025.
El Papa León XIV saluda a los visitantes en la Plaza de San Pedro, en el Vaticano, mientras se reúnen para rezar el Ángelus en la fiesta de la Sagrada Familia, el 28 de diciembre de 2025. (Foto OSV News/Matteo Pernaselci, Vatican Media)

(OSV News) — Los años jubilares, que suelen celebrarse cada cuarto de siglo en la vida de la Iglesia, son siempre ocasiones significativas. Pero un jubileo con dos papas es una ocasión extraordinaria, que se produjo por última vez en el año 1700.

Este año ha sido extraordinario no solo por la transición papal, sino también por la elección del propio Papa León XIV.

Como cualquier pontífice, el papado que heredó el Papa León el 8 de mayo conlleva tanto las responsabilidades del cargo como las oportunidades que se derivan de ser el nuevo en la ciudad. La tentación de comparar y contrastar a León con su predecesor inmediato ha ocupado la imaginación y la pluma de muchos analistas. Su breve mandato en la Curia Romana y sus años de experiencia misionera como sacerdote y obispo hicieron que el entonces cardenal Robert Prevost fuera relativamente desconocido.

Aunque esto puede ser una vulnerabilidad, ya que varios ideólogos compiten por reclamar a León como uno de los suyos, de forma similar a lo que ocurrió con su predecesor, también es una fortaleza. Y León ha demostrado que lo es, al tejer los complejos hilos del cargo y la historia, y esforzarse por ser una levadura para la Iglesia y el mundo.

Desde el 8 de mayo, la continuidad ha sido una palabra muy utilizada –se perciba o no– al comparar inevitablemente los pontificados de León y Francisco. La continuidad papal es importante en muchos sentidos, porque el sucesor de Pedro debe esforzarse por evitar la polarización y la división. Sin embargo, la carta de la continuidad puede ser (y ha sido) sobrevalorada, especialmente por aquellos que apreciaban el estilo vanguardista o apoyaban los aspectos más controvertidos de la era de Francisco, y siguen esperando que se mantengan esas mismas áreas de interés.

La continuidad con lo mejor de Francisco –por cierto, donde él también estaba en continuidad con sus predecesores– debería definir esa conversación. En aras de la continuidad, en el primer año de su pontificado, León ha mantenido los eventos y audiencias añadidos al calendario Papal antes del cónclave, y ha concluido varios documentos que ya estaban en preparación antes de su elección. Ha defendido la sinodalidad, al tiempo que ha cambiado sutilmente la conversación e a que la rodea. También ha habido señales de un enfoque más unificador hacia los seguidores más tradicionales de la liturgia preconciliar.

Quienes mejor lo conocían antes de su elección han hablado de la paciente deliberación de Leo, evidenciada en el tiempo que se tomó para nombrar a su propio sucesor en el Dicasterio para los Obispos. Y esa elección del arzobispo carmelita Filippo Iannone, un veterano miembro de la curia sin ideología en su historial, también habla de la preferencia de León por evitar avivar las llamas de la división. Y para aquellos que consideran los nombramientos episcopales como un indicador del pontificado, Leo, al menos por ahora, no ha otorgado papeles destacados a figuras divisivas.

Ha quedado claro que León no es ostentoso. Su presencia y su personalidad se presentan con una sonrisa pronta, aunque quizás tímida. Su apretada agenda y su comportamiento público muestran a un hombre accesible. Cualquiera que vea las largas colas en las audiencias generales también puede darse cuenta de ello. Y cuando le lanzan regularmente peluches con su imagen mientras recorre la plaza de San Pedro, León siempre se muestra amable y cortés, incluso exhibiendo el talento de un aficionado al béisbol nacido en Estados Unidos para atrapar pelotas de béisbol.

Tanto en el Vaticano como en el extranjero, como se ha visto en su reciente viaje a Turquía y Líbano, se comporta con una firmeza y una calma únicas. No habla sin pensar y aún no ha pronunciado ninguna frase memorable ni ha creado ninguna controversia real, a pesar de lo que algunos comentaristas dijeron durante el episodio Cupich-Durbin.

Sin embargo, al mismo tiempo, no tiene miedo de hablar. Sus ruedas de prensa con los medios de comunicación fuera de Castel Gandolfo los martes por la noche se han convertido en algo habitual, y ha demostrado que tiene intención de continuar con las ruedas de prensa a bordo durante los viajes Papales. También siente un claro afecto por los jóvenes y un deseo de conectar con ellos, como se vio en el Jubileo de los Jóvenes durante el verano y en la reciente aparición del Papa León en directo en Indianápolis, donde respondió a preguntas en la Conferencia Nacional de la Juventud Católica (conocida como NCYC, por sus siglas en inglés) durante más de 45 minutos.

Como figura mundial, es incansable en su búsqueda y defensa de la paz, pero también lo suficientemente realista y honesto, según él mismo admite, como para no pretender que le corresponde a él resolver los problemas del mundo.

Lo más interesante de observar en el Papa León es su evidente y poco común combinación de autenticidad e integridad de vida. En las ocasiones en las que ha tenido tiempo para estar con los jóvenes, León se ha mostrado como un hábil maestro y pastor, respondiendo a las preguntas de su audiencia y equilibrando la síntesis de la fe con tal sustancia y sencillez que ha sabido responder de manera que todos se han beneficiado.

Consideremos también el énfasis de León en la piedad y la devoción. Habla de la confesión regular, la participación frecuente en la adoración eucarística, el valor de rezar el rosario, la ayuda a los pobres y el trabajo por la paz y la unidad. Y hay algo que no se puede dejar de admirar en su uso alternativo de dos cruces pectorales que contienen reliquias de varias figuras santas, una de ellas exclusivamente de la familia espiritual agustiniana.

Desde el principio, León ha sido un hombre independiente. Sucediendo al hombre que desde el principio renunció a la vestimenta tradicional de los pontífices, León se puso la mozzetta roja cuando apareció en la logia de San Pedro. Eso se ha convertido en un símbolo de un hombre que respeta las costumbres y las tradiciones. Pero más que eso, parece representar la preferencia de León por evitar ponerse a sí mismo en el centro. En cambio, por sus predicaciones, discursos y entrevistas, está claro que quiere que Cristo sea el centro.

En última instancia, gran parte de lo que hemos visto de León, lo que él está poniendo en el centro, se resumió en las declaraciones preparadas que pronunció justo después de su elección. Paz. Unidad. Cristo. La respuesta de León a lo que le espera en 2026 revelará inevitablemente más cartas de su mano y cómo jugará las cartas que le han repartido.

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Michael R. Heinlein es autor de “Glorifying Christ: The Life of Cardinal Francis E. George, O.M.I.” (Glorificando a Cristo: La vida del cardenal Francis E. George, O.M.I.) y miembro prometido de la Asociación de Cooperadores Paulinos.

Bishop Peter Byrne served as principal celebrant of the annual liturgy.

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Armando Machado

| 12/30/2025

A un año de su papado, el Papa León XIV ha equilibrado la tradición con su propio enfoque auténtico.

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| 12/30/2025

A year into his papacy, Pope Leo XIV has balanced tradition with his own authentic approach.

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| 12/30/2025