
Tonny y Rosana Jiménez tienen un deseo de Navidad para compartir: que durante esta temporada de Adviento, las personas abran un pequeño espacio para que Dios entre en sus corazones y puedan marcar una gran diferencia. Esta pareja, de República Dominicana, llegó a South Brooklyn y Washington Heights en los años 70, su hogar ha crecido con hijos y nietos, y esta temporada navideña, como lo han hecho durante décadas, se unirán para celebrar lo que consideran más sagrado: la familia.
Quizá los hijos de los Jiménez ahora vivan fuera de casa, pero la temporada de Adviento ofrece muchas maneras para que esta familia se reúna en su hogar de Staten Island.
La palabra “Adviento” se deriva del latín adventus y significa “venida” o “llegada”. El Adviento dura cuatro domingos previos a la Navidad. El tiempo de Adviento no sólo simboliza la espera del nacimiento de Cristo, sino también su regreso final. Este tiempo de esperanza también se acompaña de muchas tradiciones. Éstas varían según el país y su cultura, sin embargo, las formas más comunes de conmemorar el nacimiento de Jesús se evidencian en los calendarios de Adviento, las guirnaldas y las velas.
Para los Jiménez, si bien aman su cultura Dominicana y mantienen muchas de las tradiciones como bailar merengue, comer arroz con guandules y ondear su bandera en alto detrás de la foto familiar de Navidad, también se enorgullecen de incorporar tradiciones y costumbres de otras culturas latinas. Comer mofongo puertorriqueño, la música salsa, el coquito y las posadas son parte de esta temporada de Adviento. Mientras los aromas de la deliciosa comida llenan la casa, hay otras fragancias que Tonny y Rosana esperan con emoción cada estación, las de la corona o guirnalda de Adviento.
Fuentes consultadas explican que la corona de Adviento, fue inventada en 1839 por Johann Hinrich Wichern (1808–1881), un pastor Protestante en Alemania. Después de que los niños de la escuela de su misión le preguntaran a diario si había llegado la Navidad, este pastor construyó un gran anillo de madera (hecho con una vieja rueda de carreta) con 24 velas rojas pequeñas y 4 velas blancas grandes. Una pequeña vela se encendía sucesivamente todos los días de la semana y los sábados durante el Adviento. Los domingos se encendía una gran vela blanca. Eventualmente, la corona de Adviento se creó a partir de árboles de hojas perennes, que simbolizan la vida eterna en medio del invierno y la muerte, ya que el árbol de hoja perenne está continuamente verde. El círculo nos recuerda el amor infinito de Dios y la vida eterna que Él hace posible.
La familia Jiménez siempre compra una corona “real” por el olor a pino, que, dicen, les trae una sensación de paz y espíritu navideño. Tonny espera llegar a casa después de un largo día de trabajo con ese soplo de aire fresco de pino que es mejor que cualquier perfume que puedas comprar. La corona y la fragancia fresca que la acompaña también representan la esperanza de que pronto la familia se reunirá para celebrar.
Tan emocionantes como la corona son las velas que la acompañan. Las cuatro velas representan las cuatro semanas de Adviento y cada domingo se enciende una. Tres de las velas son moradas porque el color violeta es un color litúrgico que significa un tiempo de oración, penitencia y sacrificio. La primera vela, que es morada, simboliza la esperanza; la segunda, también morada, representa la fe; la tercera simboliza alegría y es de color rosa. La cuarta vela, también morada, representa la paz; la quinta, que es opcional, representa la luz y la pureza, se coloca en el centro y se enciende el día de Navidad. Esta vela es blanca para representar la luz pura y la victoria.
Rosana tiene por costumbre dar gracias a la Madre Iglesia cuando coloca su ofrenda floral, enciende sus velas y va a misa. Piensa en toda la luz que traen estas tradiciones. En una estación del año, fría y oscura, con árboles desnudos en el área de Nueva York, Rosana busca refugio en la luz de las velas, en el verde de la corona y los colores que brinda la temporada navideña, levantando así su ánimo. En medio de tanta oscuridad, problemas de salud mental y malas noticias en el mundo en estos días, ¿qué mejor regalo de navidad el que nos brinda nuestra Madre Iglesia con música animada, luces hermosas y aromas festivos?
Para los Jiménez, lo más sagrado de esta temporada es estar en familia. El Adviento es cuando Dios, como familia, se vuelve real, les da la oportunidad de compartir amor, perdonarse y aceptarse mutuamente. Cuando puedes hacer esto, traes a Dios a tu corazón y lo tornas real, al demostrarnos amor incondicional, la familia acoge la energía curativa y el misterio divino que nos permite convertir los errores en algo positivo y transformador. Traer la presencia real de Dios se torna más posible cuando estamos presentes para la familia.
Al tiempo que los Jiménez continúan preparándose para esta temporada de Adviento, la foto familiar anual, los villancicos, el chocolate caliente y la comida abundante, se abren para servirles como un canal. Así como sienten cada vez que van a una posada u otro ritual, los Jiménez saben que Dios los está usando como una luz, no solo para sí mismos y su familia, sino para toda su comunidad.