La Vida: Don Maravilloso de Dios

| 01/5/2006

By: Padre Lorenzo Ato

La ciencia nos indica que la vida hay que considerarla, como una forma superior y especifica de la materia. La vida rige todas las actividades del que hacer del mundo.

En la Biblia, encontramos que, desde el principio Dios es el autor y creador del don de la vida. Y Vio Dios que era bueno. Y Dios los bendijo, diciendo: Creced, multiplicaos, llenad las aguas del mar; que las aves se multipliquen en la tierra. (Gen: 1,22). La Biblia ve la vida como el gran don que hay que cuidarlo (Jb: 2,4). El hombre ama la vida y lo ve como un ideal de prolongarla y sobre todo que este llena de bendiciones (Salm: 27,13; 116,9; Ecle:11, 8). En sí la vida es vista como bendición por los años que se prolongan en la persona (Gn: 25, 8; Jb: 42,17). El gesto de la vida es la prolongación de la descendencia en el tiempo, siendo tan anhelada y apreciada la descendencia en los hijos.

Al mismo tiempo, la experiencia de la vida que se apaga y no están mas entre los suyos, el hombre medita sobre su ocaso. La vida que se apaga, se esfuma. Se hace humo, como que se hace nada. En verdad, le valió al hombre luchar por vivir, cuando al final de sus días, es como si no haya existido. El hombre nacido de mujer, corto de días y harto de pesares, como flor, brota y se marchita, se esfuma como sombra pasajera (Job: 14: 1-3).

A pesar de la fragilidad de la vida, el hombre considera la vida, como don precioso de Dios que hay que cuidarla y sobretodo que es un regalo sagrado que el mismo Dios ama. Y Yo os prometo reclamar vuestra propia sangre: la reclamaré a todo animal y al hombre: a todos y a cada uno le reclamaré el alma humana (Gn: 5. Ex 20, 13).

La muerte de un ser humano nos hace pensar siempre en el significado de la vida. ¿Qué pensar cuando alguien quita la vida de otro? ¿Cómo reaccionamos ante la muerte de un ser indefenso en el vientre sagrado de una madre? ¿Qué podemos decir cuando llegan a mil los ejecutados por la pena de muerte en Estados Unidos desde que se restableció en 1976? Sólo tres países ejecutan a más personas que en Estados Unidos: China, Irán y Vietnam. 38 Estados permiten el uso de la pena capital: Texas, Virginia y Oklahoma los que más aplican la pena de muerte. Cada diez días se ejecuta una persona en estados Unidos. Los gastos de un reo ejecutado, incluyendo las apelaciones federales y estatales cuesta a la sociedad un poco más de dos millones y medio de dólares. Todo esto nos hace pensar que estamos inmersos en la cultura de la muerte. La violencia engendra más violencia.

La vida ha dejado de ser valor supremo en nuestro mundo y el Reino la transciende. El Reino es lo primero que hay que buscar por encima de todas las cosas de la vida (Mt: 6,33).

A la vida corporal se antepone la vida espiritual, la que brota de Dios y la trae Cristo. En el Nuevo Testamento la vida verdadera es la que nos trae Jesucristo. Jesús poseía la vida desde la eternidad (Jn: 1,4). Vino a traerla a los hombres (Jn: 10,10). Él es el camino, la verdad y la vida (Jn: 6), Resurrección y vida (Jn: 8,12). Jesús es la fuente de vida que brota hasta la eternidad (Jn: 3,14-15). Él es el Pan de vida (Jn: 6, 35,36. Al participar estamos participando de la misma vida de Dios (1Ped: 1, 23).

Toda vida humana, desde el momento de su concepción hasta la muerte es sagrada, pues, la persona humana ha sido amada por sí misma a imagen y semejanza de Dios vivo y santo. Producir la muerte a un ser humano es gravemente contrario a la dignidad de la persona y la santidad del creador. La prohibición de causar la muerte no suprime el derecho de impedir que un injusto agresor cause daño. La legitima defensa de la vida, es un deber grave para quien es responsable de su propia vida y la del otro como del bien común. Desde su concepción el niño tiene derecho a la vida. El aborto directo, es decir, buscando como fin o como un medio, es una práctica infame, gravemente contraria a la ley moral. La Iglesia sanciona con pena canónica la excomunión éste delito contra la vida humana (CDC: 1398). Porque ha de ser tratado como una persona desde su concepción, el embrión humano y debe ser defendido en su integridad, atendido y cuidado médicamente como cualquier otro ser humano. La eutanasia voluntaria, cualesquiera sean sus formas y sus motivos constituye un homicidio. Es gravemente contraria a la dignidad de la persona humana y al respeto del Dios vivo, su Creador (Catecismo de la Iglesia Católica 2258-2330).

Ante cualquier mesianismo terrenal, el cristiano funda su esperanza en Dios, autor de la vida. Toda persona humana tiene su nobleza inviolable de la vida. Cada persona se funda en el bien común. Toda persona posee su derecho inalienable; se repudia todo atentado contra la vida humana, desde el embrión en el seno de la madre, incluso cuando la vida se la considera como inútil, y la que se va apagando en la ancianidad, es fuente de bendiciones que nos acerca al misterio de Jesús en la cruz. La vida nueva que compartimos en Cristo nos impulsa a valorar cada acto humano. Con fe y esperanza se nos invita a vivir la vida que se renueva en la resurrección de Jesús el Señor. El cristiano ya está salvado en esperanza, que va de camino hacia la eternidad y lo definitivo.

Padre Lorenzo Ato

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