
El arzobispo Marcos A. Pérez Caicedo de Cuenca, Ecuador, fue el celebrante principal y homilista en la misa de este año en Honor a Nuestra Señora del Rocío en la Catedral de San Patricio.
Nuestra Señora del Rocío, cuyo santuario en Ecuador atrae a miles de peregrinos cada año, es una devoción Mariana con orígenes que datan del siglo XVII en España y que, a lo largo de los años, fue adoptada por el pueblo ecuatoriano. El santuario está construido en las rocas sobre el pueblo de Biblián en Ecuador. En España, el objeto de peregrinación es una pequeña estatua de la Virgen del Rocío del siglo XIII en el pueblo del mismo nombre.
“Saludos a todos ustedes, mis hermanos y hermanas ecuatorianos, que viven y trabajan en este país, devotos de Nuestra Señora del Rocío”, dijo el Arzobispo Pérez en su homilía durante la misa del domingo 25 de junio. “Junto con sus hijos, dan testimonios de su fe, y se sienten siempre muy orgullosos de su cultura y tradiciones, especialmente de su amor por Jesús y María, y en este caso particular, devotos, hijos de la Virgen del Rocío”.
Citando las lecturas del día, el arzobispo habló de las seguridades del Señor, y Su mensaje de mantener el coraje bajo la persecución. “El discípulo está llamado a conformar su vida a Cristo; no hay misión que existe sin dificultades y tribulaciones”, dijo el arzobispo. “Tú sabes lo que significa sacrificio y dolor, cuánto sacrificio llegar a un nuevo país, cuántas lágrimas al dejar atrás familiares y costumbres, gran parte de tu vida”.
En estos caminos de vida, añadió el arzobispo Pérez, es importante mantener la esperanza y la fe: “De esta fe han obtenido la fuerza para no sucumbir a los momentos de crisis y soledad. Es la misma fe que profesaron nuestros padres, y que en esta tierra ustedes continúan profesando, continúan manifestando esta misma fe”.
Afirmó que Dios está siempre dispuesto “a escuchar a Sus hijos”, y señaló, “Estamos llamados a verificar la autenticidad de nuestra fe y de nuestra relación con Dios… Debemos considerar estas dificultades como la posibilidad de ser mejores cristianos y crecer en nuestra confianza en Dios, Padre nuestro que no abandona a sus hijos en la hora de la tempestad”.
Y agregó: “Que nuestras familias sean iglesias domésticas, donde todos los días invoquemos a Dios como Padre Nuestro… Pedimos a la Virgen María que ruegue por nuestros familiares, los que están en Ecuador y también los que están aquí… Nuestra Señora del Rocío, ruega por nosotros.”
Los concelebrantes de la misa incluyeron el padre Lorenzo Ato, director de Ministerios Pastorales Arquidiocesanos. El diácono litúrgico fue el diácono Carlos Campoverde, quien nació en Ecuador y sirve en la parroquia de Asunción en Peekskill, que tiene una gran comunidad ecuatoriana.
Wanda Vásquez, directora de la Oficina Arquidiocesana del Ministerio Hispano, que patrocina la misa anual, hizo los comentarios de bienvenida. El diácono Campoverde pronunció las palabras finales de agradecimiento.